Conveniencias y Desafíos del Uso de la Moneda Digital
El avance tecnológico ha llevado al surgimiento de las monedas digitales como una alternativa al dinero físico tradicional. Si bien varios países exploran sus beneficios, otros, como Estados Unidos, se muestran reticentes. El temor del gobierno norteamericano radica en que una moneda digital estatal (CBDC, por sus siglas en inglés) podría debilitar la privacidad financiera, empoderar excesivamente al Estado y, sobre todo, erosionar el rol hegemónico del dólar como divisa dominante en el comercio global.
Un ejemplo disruptivo ha sido El Salvador, donde el presidente Nayib Bukele adoptó el Bitcoin como moneda de curso legal en 2021. Aunque fue una medida innovadora, trajo consigo volatilidad y desafíos técnicos. A diferencia de una moneda digital estatal, el Bitcoin no tiene respaldo institucional ni un ente que regule su emisión, lo que genera incertidumbre y falta de control. Su adopción masiva requeriría la creación de marcos legales y organismos de regulación, algo que muchos países aún no están preparados para implementar.
Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) impulsan la creación de una moneda digital propia para reducir la dependencia del dólar. Esta estrategia podría modificar el equilibrio financiero global y representar una amenaza directa al sistema tradicional dominado por Estados Unidos y Europa.
Las monedas digitales estatales ofrecen beneficios concretos: eliminación del dinero físico y sus costos logísticos; mayor transparencia en transacciones públicas; lucha contra la evasión y el lavado de dinero, así como inclusión financiera. Además, permiten transferencias más rápidas y seguras. Pero también conllevan riesgos: fallas en los sistemas digitales, ciberataques, pérdida de acceso en zonas sin conectividad y vulnerabilidad frente a apagones tecnológicos.
En Latinoamérica, la implementación de monedas digitales enfrenta obstáculos importantes: escasa infraestructura digital, baja educación financiera, resistencia cultural al cambio y desconfianza en las instituciones estatales. Sin embargo, su adopción gradual y bien planificada podría facilitar pagos sin efectivo, reducir la informalidad económica y modernizar los sistemas fiscales.
En conclusión, las monedas digitales representan una herramienta poderosa, pero no exenta de riesgos. No son iguales a las criptomonedas, y su uso estatal puede ofrecer mayor estabilidad. Para que América Latina avance en esta dirección, se requiere inversión tecnológica, regulación clara y una preparación cultural profunda. El futuro del dinero ya está en debate, y su dirección dependerá de la capacidad de los países para adaptarse a los cambios sin perder el control sobre su soberanía monetaria.
Realizado por Héctor Sosa, socio de Sosa Gennaro & Asociados